sábado, 20 de septiembre de 2014

TRES POEMAS DE EDUARD SANAHUJA




Barcelona, España, 1953. Licenciado en Filología Hispánica y en Filología Catalana, es profesor titular del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Barcelona. Ha publicado los libros de poemas El gos del Galiot, Edicions del Mall, Barcelona, 1981; Mirador, Edicions del Mall, Barcelona, 1983; Doble joc, Columna, Barcelona, 1988 (Premio López Picó); En defensa pròpia, Bromera, Alcira, 1994; Compàs d’espera, Alcira, 2006 (Premio Vicent Andrés Estellés 2005); y El llançador d’espases, Lérida, 2013 (Premio Maria Mercè Marçal 2013). Ha traducido al catalán parte de la obra poética de Blaise Cendrars (Prosa del Transsiberià. Edicions 62, Barcelona, 1992) y fue premiado en los Juegos Florales del Ayuntamiento de Barcelona en 1985. Es fundador, con Federico Gallego Ripoll, Concha García y Jordi Virallonga, del Aula de Poesía de Barcelona, desde donde ha organizado múltiples actividades relacionadas con la poesía.



TEORÍA CON LOS DADOS

No hay azar en el libro; sí en la vida.
¿Acaso has elegido la forma de la cuna?
¿Escogiste la lengua de tus padres?
¿Los ojos que te herraban mientras envejecías?
No atiende a razones el azar. Es un iluso
quien piense que ha entendido las cosas 
porque sabe explicarlas.
Puedes describir los pigmentos de las magnolias,
pero nunca los entenderás; 
puedes sumergirte en biografías,
inútilmente: 
las acciones no revelan jamás
el misterio profundo de una vida.
En cambio, en la escritura todo ocupa su sitio
con lógica implacable,
las grafías, las sílabas, las frases,
los élitros brillantes de las sextinas.
Escribir es más seguro que cruzar pasos de cebra.
Lo importante no se escribe. Lo importante es azar,
la causa de la causa impenetrable,
el lugar donde pierde el equilibrio la razón,
allí donde los dados se juegan
el nombre del verdugo.
Poco te queda por hacer. Escoger tal vez 
con máximo cuidado 
el árbol donde tienen que colgarte
y el paisaje deseado, como rúbrica.
No vas a hacerlo en vano:
quien elige la belleza
desafía al azar, se hace más libre.

                     TEORÍA CON EL BESO
Mira.
Todo eso que ahora ves,
la rana de las Seychelles,
el lémur que se asusta cuando se mueve el aire,
los lirios entre cardos,
las mangostas esbeltas,
la rosa del desierto crujiendo en las arenas,
toda esta belleza 
no la creó el amor.
El amor llegó tarde al universo.
Es invento reciente de mujeres y hombres,
una sustancia extraña que en vano proyectamos.
Los universos no saben besar,
igual que las espadas, 
y por eso la vida
es la hermana tonta de la muerte.
El amor nunca será levadura de los astros
ni saciará la sed de las praderas.
No obstante, los humanos se besan
y algunos son virtuosos 
del beso gota a gota.
Yo sé bien qué es el beso,
el último estadio evolutivo del bocado,
un intento de negar
la crueldad voraz de las mandíbulas,
un intento de olvidar
que las bocas también mueren.
Mírame.
Te ruego que me beses.
El beso no nos salvará,
pero nos identifica.

CUANDO ÉRAMOS CAPITANES

Cuando éramos capitanes
era bello el desorden;
y el orden, la rutina,
las manchas oscuras en la frente de un moribundo.
Cuando éramos capitanes
todo era eterno y breve.
En todo estaba el rojo aún por estrenar.
Y yo todavía amaba
con un amor tan nuevo que hacía heridas,
igual que los zapatos blancos de los domingos.






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