jueves, 8 de agosto de 2013

LA TRAMPA


A Pedro Atienza 


DEJA el mar en la orilla el desdén de su rito 
y en su perenne gesto cumple así la condena 
de ser siempre el espejo y repetir la escena 
que refleja la vida en un hombre proscrito.
Así se quiebra el canto como el agua en la arena 
y así desaparece la tinta del escrito,
la juventud se rompe mientras resurge el mito
de todo lo que es libre y engarza la cadena.
La lengua de los mares ya no sirve de nada 
porque un silencio frió bordeará los labios 
de quien sabiendo el tiempo lo esconde y se lo calla
Permanecen los rostros con la boca tapada 
y allí esta dicho todo, el silencio del sabio
pasión de la escritura perdida por la playa  

JOSÉ RAMÓN RIPOLL (ESPAÑA) 
Tomado de Hoy es Niebla 


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