A Pedro Atienza
y en su perenne gesto cumple así la condena
de ser siempre el espejo y repetir la escena
que refleja la vida en un hombre proscrito.
Así se quiebra el canto como el agua en la arena
y así desaparece la tinta del escrito,
la juventud se rompe mientras resurge el mito
de todo lo que es libre y engarza la cadena.
La lengua de los mares ya no sirve de nada
porque un silencio frió bordeará los labios
de quien sabiendo el tiempo lo esconde y se lo calla
Permanecen los rostros con la boca tapada
y allí esta dicho todo, el silencio del sabio
pasión de la escritura perdida por la playa
JOSÉ RAMÓN RIPOLL (ESPAÑA)
Tomado de Hoy es Niebla
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