Alan Gonzalez, Pereira 1987. Poeta, novelista, dramaturgo, actor
ensayista. Ganador del premio nacional de novela Ciudad Pereira 2012, Con su novela Anónimos.
hombre de letras, por vocación y destino, su poesía, se encuentra
en el filo de la navaja, el lector que enfrente sus versos debe ofrendar tanto el cuchillo como su cuello.
LA RAMERA BABILÓNICA
se vende el carro, el matarratas, la niña.
Estamos en contratación.
¡OOOOeeeeee! ¡OOOOeeeeeeeeee!
fue hallado descuartizado en un costal en la
madrugada del pasado…
¡Salte, salte! La joven los mira aterrada. Pitos
y sirenas. ¡Salte, salte!
¡Aquí, defendiendo la democracia, maestro!
¡Tinto, tinto, pintadito, tinto!
Nietzsche ha muerto, atte. Dios. Magdalenas por el Cauca.
Juventud M-19.
Nietzsche ha muerto, atte. Dios. Magdalenas por el Cauca.
Juventud M-19.
No siento nada mi amor.
El congresista pretendía ingresar tres toneladas
de cocaína en su interior.
¡Muere, puto sudaca!
El Papa renuncia al trono de San Pedro por
escándalo de pederastia y corrupción.
Mírame, le suplica, eres un mentiroso.
Encallan 100 ballenas en Sudáfrica, se culpa a
las sirenas.
¡Noooo, si eso no duele!
El oxígeno se cotiza hoy en la bolsa a 2 dólares
con 50.
Aquí, una carita feliz.
Don Ebrio, el nuevo ídolo del pueblo.
Perdón Vicerreptil.
Esa es la vida, comer, cagar y dormir
pero si no hay para comer, no se puede cagar y
menos dormir
hay que matar entonces para ganarse el pan.
El hombre se desplaza en patineta sin manos ni
pies, ríe, habla en jerigonza.
II
Gato de patas apianadas sobre el tejado
Afila la noche en tus pupilas
¡Estará dormida, huesos de luna!
Un eco ausente acompaña su voz,
veo el cristal que rasga la luz
Las ventanas de la casa que retienen las gotas
¡Ha pasado ya tanto tiempo¡
La araña afina su arpa fúnebre.
III
Estridencia , risas
música que agudiza el dolor
Sí, desperdigué mi vida
volví a ser niño
todo lo que había conquistado
todo lo inmole en el altar de Eros.
La noches de dilató al igual que las pupilas
nos unimos, abandonados en el canto
los tres, trémulos
No quise despertar
¡Ah fragilidad
inmovilidad dulce de las horas!
¿Quién me juzga?
Yo, que todo lo entregué
yo, que era fruto fermentado
de infatigables días,
fuego de labios que se consumen
y he aquí mi castigo :
estas cenizas
de tu nombre y el mío
música que agudiza el dolor
Sí, desperdigué mi vida
volví a ser niño
todo lo que había conquistado
todo lo inmole en el altar de Eros.
La noches de dilató al igual que las pupilas
nos unimos, abandonados en el canto
los tres, trémulos
No quise despertar
¡Ah fragilidad
inmovilidad dulce de las horas!
¿Quién me juzga?
Yo, que todo lo entregué
yo, que era fruto fermentado
de infatigables días,
fuego de labios que se consumen
y he aquí mi castigo :
estas cenizas
de tu nombre y el mío
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