UN POETA DE PEREIRA PARA EL MUNDO.
El poema-a veces-
Capricho de entomólogo…
¿Cuándo podemos hablar del surgimiento de un verdadero poeta, en una ciudad promedio
como Pereira? ¿Una ciudad que como capital apenas si se estrena con 46 años de
vida departamental, separada del llamado gran Caldas o viejo Caldas? La
hegemonía cultural de entonces, dictada
por Manizales, propuso un modelo estético conocido en algunos círculos como grecoquimbayismo, una corriente poética
de provincia, que al igual de los
piedracielistas capitalinos, mezclaban retoricas heredadas de la tradición
romana y clásica con elementos autóctonos y costumbristas de Colombia. En este
sentido, Eduardo López Jaramillo entrara en la escena poética colombiana y sobre todo en la pereirana, con un rompimiento de moldes que lo inscriben como uno de los más grandes
poetas regionales y por qué no nacionales de los últimos 50 años en el país.
Eduardo López Jaramillo nació en Pereira el 10 de agosto de
1947. 20 años antes que el departamento de Risaralda se proclamara
independiente y empezara figurar en el
mapa de Colombia, como unidad administrativa separada del antiguo departamento de Caldas.
Estudio filosofía y letras en Lovaina Bélgica lo que le permitió el contacto con otras
lenguas y lo que propiciaría en él una voluntad de traductor impecable de poesía
contemporánea europea.
En estados unidos,
fue alumno de Octavio Paz, premio nobel de literatura en 1990, siendo
este su profesor en la universidad de Pittsburg. Entre sus obras literarias,
trasegadas por géneros tan variopintos como el ensayo Introducción a Sade; en Poesia Logicas
y otros poemas 1979- Hay en tus ojos
realidad 1987, -El ojo y la clepsidra 1995- Como traductor con: Poemas de amor del antiguo Egipto (traducciones de Ezra Pound, prólogo
y notas) 1990- Poemas canónicos de Constantin
Kavafis (traducción prólogo y notas), 1985. Y en la narrativa,
destacándose como cuentista en Los Papeles
de Dédalo 1983; y en la novela Memorias
de la Casa de Sade 2002. Encontramos un intelectual de alcances nunca antes
vistos en una ciudad como Pereira.
En esta oportunidad, nos detendremos solamente, en aras de la
brevedad, en contados poemas de su
libro, Hay en tus ojos realidad, y en
algunos otros por considerar este género, el de importancia capital
dentro de toda su producción literaria.
Valga hacer una breve alusión mnemotécnica, y ver como fue el
contexto de Eduardo lopez, cuando empezó a escribir sus primeros versos y dar
de que hablar en la ciudad. Por ese entonces, La Ruana, era de algún modo, el
derrotero poético y máximo valor literario de una ciudad que la adopto como
himno popular del alma pereirana. Poema de acerbo costumbrista, convertido en
canción popular, fue por excelencia la huella digital de Pereira en el panorama
cultural colombiano.
Luis Carlos Gonzales, un hombre de arraigo, sin formación
intelectual pero de indudable talento, se había quedado (y aun lo sigue
teniendo) con el primer puesto de poeta en una ciudad que iba en crecimiento y
que se posicionaba como la más importante de la región. Luis Carlos, fue
en sumo el poeta más importante de una Pereira tradicional y cafetera, viva e
independiente.
Siempre han existido
poetas en nuestro medio. Algunos de
ellos fueron hombres de cultura superior.
Sin embargo, el laurel de la poesía estará siempre presidido por Luis
Carlos González. Es el poeta de todos y
su obra está amorosamente unida a la historia de Pereira. En alas de la canción, sus poemas han
traspasado las fronteras, haciendo resonar el nombre de nuestro solar en
incontables latitudes. En la poesía del
Maestro está viva la historia de una aldea que se convirtió en ciudad y que
interpretó sus bambucos henchidos de amor y de paisajes, compuestos con
discreta ironía, como preguntando en voz baja quién escribe los versos. Si algo
despertó la admiración de sus contemporáneos fue su facilidad para entonar,
siempre inspiradamente, la música de las palabras. Pereira tendrá en adelante otros poetas -más
profundos, de más rica espiritualidad-, pero ninguno como Luis Carlos González
volverá a ser reverenciado en calidad de genio del lugar. No es poca la gloria para un escritor cuando
pensamos que la inmortalidad consiste en no ser olvidados por quienes nos aman.
Estas palabras de Mauricio Ramírez, poeta, y compilador
pereirano, ponen relieve en la importancia capital del poeta de la Ruana para el
sino poético de nuestra ciudad.
Rememoremos algunos versos de este poeta, que aunque no es
nuestro invitado a la mesa, no podremos
cenar sin su beneplácito.
Que quien escribe los versos,
Preguntas chiquilla inquieta?
Es mentira que se escriban
Y mentiras los poetas.
Los dicta el alma. Y entonces,
Como las palomas, vuelan,
Rayando luz de recuerdos
En largas noches de ausencia
(Fragmento de Fabula)
Luis Carlos, fue entonces el poeta amoroso de rimas claras,
sin elucubraciones filosóficas, imágenes sin ningún misterio por desentrañar
pero que en la voz popular, causaban conmoción y evocación en quienes las
leían.
Así que mientras Luis Carlos era loado leído por la gente de
Pereira, Eduardo apenas niño, apenas joven, hacia su bachillerato en el
instituto Caldas de Pereira y sacaba
libros que su padre pagaba con anticipación de la histórica librería
Quimbaya, donde leyó como condenado a
muerte y encontró su vocación literaria.
Ya en su periodo de producción, Eduardo, venido de
Europa, ensaya a ensayarse poeta en una
ciudad que poco o nada entendía de lo que acontecía en el mundo literario de
afuera.(Aun parece no entenderlo) Y mientras el amor, la aldea, el
café, y el hacha, se pierden en la ruana Luiscarlista, ¿que hace Eduardo elucubrando de belleza, cual, a que se refiere…?
Antes (y en vivir) Después la nada
Grafia lunar: innumerables
Torres conicas huecas al centro
Albergan los hombres
(Fragmento de Comenzar
defiendo la belleza)
La belleza no era un tema recurrente en la poesía local de antes, se daba por entendida, por lo menos no, la conciencia de su existencia, solo un hombre con preocupaciones
estéticas, (entendida esta no solo como lo plástico y ateniente al arte, sino
como aliento filosófico del espíritu) Podía poner de relieve el bello misterio
de lo desconocido.
Eduardo es entonces un intelectual que asume el oficio de
escribir como una profesión, un habitus cotidiano, no es un hobby, ni un asunto
palaciego, ni sus poemas son de ocasión patriotera para cantar al estro nacional, Eduardo inaugura en Pereira, inevitablemente las vanguardias, llega a una ciudad aislada del mundo a
mostrarlo abierto en su pluma, a decir, esto es poesía, también, esto es
expresión aqui esta el mundo.
En Hay en tus ojos
realidad, Eduardo canta a temas como la palabra y el amor fundamentalmente. Vuelve al amor,
después de trasegar por una poética arcana, mediada por el filtro del
intelectualismo culterano, propio del conceptismo de Gongora o Quevedo, un
conceptismo a la moderna, pero conceptismo al fin y al cabo. Vuelve al amor, con un sutil toque de erotismo
velado, no por su moralidad, sino porque a Eduardo le interesa que todo quede
sugerido, que nada sea dicho definitivamente para siempre, mal del que sufría
la poesía clásica; el amor en Eduardo López, es fantasmagórico, es etéreo…
Te añoro
Como si hubieras muerto
Y sin embargo
Se que vives y me amas
Que en tu distancia
Anhelas mis palabras
Y que tu cuerpo aun siente
El fuego de mis poemas
Y mis besos
(Fragmento de Bachiana No. 5 Aria)
Y desde esta hermosa
descripción, de un pasado creador, la
pregunta intensa y dramática, hace alarde en la mitad de un poema amoroso.
¿Acaso
Fuimos sueño
Ceniza, soledad?
Eduardo, deja fluir
la mano al escribir, crea y cree, es poeta en todo el sentido amplio de la
palabra El poeta que rompe moldes, después de haberlos conocido muy bien,
amante de la música clásica y la noche, su musicalidad inmanente es su viaje a otros terrenos de la palabra, aquella que solo vela sentidos, que es una
concha nacarada de un fondo vertiginoso.
Habla, que las palabras son imagen del
silencio
Cada palabra lleva el lastre de lo incofesable
Cada palabra es lecho humedecido
Por la
copula o el sueño. Toda palabra es fabula.
En Eduardo lopez, se
puede dividir la historia de la literatura regional en dos. Nacido al inicio de
la segunda mitad del siglo XX, hijo verdadero de Pereira la ya capital, su poesía, normal para nosotros hoy, exótica,
extraña para un ayer permeado por una tradición costumbrista y rimada, este
humanista, es de lejos, el más grande
poeta que haya pisado estas tierras con un legado de importancia en las letras.
Las nuevas
generaciones de poetas pereiranos, que
hoy deambulan por las calles, que ganan premios locales y nacionales, que
asisten a eventos masivos de poesía, que anidan en bares y callejuelas
noctambulas recitando el mundo a tragos de tequila, beben sin quererlo, en una
tradición que parte de él, y llega a él.
¿Pero por qué digo
que parte de él? Porque indudablemente, y aun la demora en reconocerlo es un argumento
más sólido, Luis Carlos Gonzales, no fue
más que un consolidador de un statu quo poético, Vox populi, de troveros
y bambuqueros, buen poeta, pero al fin y al cabo poeta menor. Llega a él, hoy más que nunca a diez años de
su muerte, la voz del primer poeta del
yo, decimonónico renovado, mientras todo en la poesía era un canto a lo externo
y diáfano de un paisaje que se cantaba a sí mismo.
La poesía de Eduardo Lopez, es una pregunta profunda, en
medio de una sociedad que cree resolver todo con la tradición comercial y su
vocación de café. Una tradición poética que bella sí, pero poco dubitativa sobre lo establecido.
Noche perfecta
Sin luna y sin metáforas
Entre el bambú
Solo los ojos del búho
Sobre las brasas, cenizas
Que se evaden, que se van
¿Contare con un más allá
De este ahora?
¿Me apasionare con la muerte del ciervo
En las altas montañas rumorosas de cascos?
MIGUEL ANGEL RUBIO OSPINA
JUNIO 5 DE 2013